Cómo Dios se ha movido en mi vida
Hace algunos años, mi vida era completamente diferente. Había vagado por un camino de tabaco, alcohol y otras sustancias ilícitas. Cuando toqué fondo con el abuso de sustancias, llevaba consumiendo a diario unos 15 años. Mi mayor problema era el alcohol, que dictaba cada decisión que tomaba —desde el momento en que me despertaba hasta que me desmayaba.
Era completamente impotente ante el alcohol. Elegí beber por encima de todo —amigos, familia, trabajo e incluso comida. Mi único compromiso constante era con la licorería a las 7 de la mañana. Me había aislado, a menudo bebiendo solo durante días o semanas. Múltiples intentos de tratamientos de internado no lograron ayudarme; siempre volvía a beber. Recuerdo innumerables veces mirando al espejo, con los ojos llorosos, presionando una botella contra mis labios, lleno de vergüenza y culpa. Me sentía débil e inútil.
La gracia y la misericordia de Dios se manifestaron a través de una joven compasiva que me condujo de vuelta a Él. Una noche, aparecí en su casa ebrio y sin avisar, sintiéndome mal por mí mismo. En lugar de rechazarme, me metió en la ducha y me preparó una comida, mostrándome una compasión inmerecida. A través de sus acciones, vi de primera mano la gracia de Dios que comenzó a transformar mi corazón.
Esta joven me instó a probar otro centro de rehabilitación y me entregó una Biblia de camino al centro. Dios usó este programa para devolverme a SUS caminos. Después de completar el programa de recuperación, me he sumergido de lleno en una relación más profunda con Dios y nunca he mirado atrás.
Confiar en el camino de Dios
Servir en Su iglesia me ha mostrado la alegría de la comunidad en comparación con mi aislamiento anterior. La joven que creyó en mí es ahora mi esposa. Me convertí en un constructor independiente con licencia y tuve el privilegio de viajar por el mundo ayudando a otros para la gloria de Dios. También tuve la oportunidad de ayudar a otros en mi comunidad. Ya no estoy atado por la adicción implacable. Reconcilié las relaciones rotas con familiares y amigos – nada de esto habría sido posible sin Dios de mi lado.
Él nose rindió conmigo cuando yo me había rendido conmigo mismo. Dios me llamó a servir a los demás, mostrándome alegría y sanación en relaciones de las que una vez pensé que no era digno. Mi viaje espiritual está lejos de terminar, y espero con impaciencia cómo Dios me usará y lo que tiene reservado para el futuro.
– Zach Pringle